OPTIMA LAB es una red productiva que ayuda a personas y organizaciones a ser más efectivas para lograr sus resultados por medio del aprendizaje basado en la experiencia y nuevas metodologías centradas en las personas
Decía Peter Drucker que “el resultado de un buen trabajo es un cliente satisfecho“. No puedo estar más de acuerdo con esta afirmación, no sólo desde su planteamiento teórico sino también desde mi propia experiencia. Mi vida profesional ha estado siempre vinculada a la relación con clientes y mis experiencias comerciales de éxito siempre han llegado como consecuencia de la satisfacción de esa relación. La realidad es que, en el fondo, no hay mucho más. Sin satisfacción en el cliente, no hay proceso de relación comercial sostenible en el tiempo ni prescripción hacia potenciales clientes, los dos factores claves para cualquier actividad comercial. Sin satisfacción no hay presente y no habrá futuro.
Pero, ¿cómo se puede alcanzar esa satisfacción?. ¿Cómo conseguir una relación real de confianza con un cliente?. ¿Es realmente posible?. Y si es posible, ¿cuál es el primer paso que debemos dar para emprender junto a los clientes ese camino?.
Durante los meses de Junio y Septiembre han tenido lugar, respectivamente, las III y IV Jornadas de OPTIMA LAB (puedes buscar el hastag #optimalab en Twitter para acceder a la difusión que hicimos en redes sociales). Estas jornadas han estado centradas en cómo definir, desarrollar y trabajar el branding de la red desde el conocimiento de nuestros clientes. Como comenta José Miguel Bolívar en su crónica de las jornadas, el planteamiento comercial no invasivo de la red fruto de nuestro enfoque y sentir artesano hace del branding una herramienta indispensable para aportar información y conocimiento sobre nuestra actividad.
En estas jornadas hemos reflexionado mucho sobre los clientes con los que trabaja OPTIMA LAB: quiénes son, qué sienten, qué necesitan, qué miedos tienen y qué virtudes les definen. Todo ello facilitado y acompañados de Juanjo Brizuela, maestro artesano experto en branding y de una sensibilidad envidiable sobre las sensaciones de los clientes. Me sentí muy cercano a los planteamientos y reflexiones de Juanjo en cuanto a la necesidad de empatizar, conocer, pensar y sentir como nuestros clientes. Eso sí, haciéndolo de verdad y no como un slogan de marketing vacío industrializado. Porque detrás de cada cliente hay una persona con sus circunstancias y sensibilidades particulares y, en mi opinión, desde esa perspectiva debe enfocarse una sincera relación de confianza como comentaba al inicio del post. Gracias a las dinámicas realizadas en el taller con Juanjo somos más conscientes de la realidad de nuestros clientes.
Por otra parte, también hemos trabajado en verbalizar y escribir (como puedes ver en la cabecera del post) qué es OPTIMA LAB. Fue un momento muy especial del último día de las IV Jornadas, un ejercicio enriquecedor y que siempre tuvo, de manera consciente y sincera, a los clientes en el centro y la preocupación e interés genuino de cada miembro de OPTIMA LAB en trabajar con ellos. Resulta evidente que de la propia definición de lo que representa OPTIMA LAB se desprende el propósito de aportar valor. Un valor real, genuino y artesano. Un valor nacido de la experiencia propia y de la experiencia integrada del trabajo de cada miembro de la red. Un valor real, no porque nos miremos el ombligo y lo digamos nosotros, sino porque lo experimentan, sienten y trasmiten nuestros clientes. Un valor que creamos con ellos, no un simple valor añadido.
En las jornadas de Septiembre celebradas en Las Matas (Madrid) contamos también con la presencia de Naiara Pérez de Villareal, consultora artesana y toda una especialista en el sector de Internet y redes sociales que siente verdadera pasión por su trabajo. Con ella empezamos a reflexionar y definir una estrategia más efectiva para nuestro branding como red en Internet, siempre respetando nuestros valores artesanos, compartiendo conocimiento y trasmitiendo lo que somos y lo que hacemos con claridad, armonía y, por supuesto, efectividad.
Lo cierto es que OPTIMA LAB ha tenido una evolución evidente desde la celebración de las I Jornadas de El Escorial en Septiembre de 2014. Hemos vivido muchas experiencias, hemos trabajado intensamente dando lo mejor de cada uno para contribuir al desarrollo de la red, hemos puesto en práctica nuevas formas de colaboración y trabajo, se han afianzado los lazos entre los integrantes de la red, hemos fallado y aprendido (unos más que otros ;-)), … Continuamos manteniendo reuniones virtuales periódicas, trabajando de forma asíncrona y síncrona por diferentes medios y poniendo en práctica nuevos métodos buscando ser cada vez más efectivos, demostrando con la experiencia que este modelo de trabajo en red es posible. Creo que en este año hemos realizado muchas más cosas de las que somos conscientes. Desde donde empezamos, hasta donde estamos, hay un salto cuantitativo y cualitativo enorme.
No quisiera finalizar estas reflexiones sin dar las gracias a todas las personas que han hecho posible estas jornadas OPTIMA LAB. Agradecer a Silvestre Segarra la extraordinaria gestión de las III Jornadas celebradas en Elche en el mes de Junio, a José Miguel y Paz la organización de las IV Jornadas celebradas en Las Matas (Madrid) en Septiembre (desde aquí mis disculpas por no haber podido disfrutar todo lo que me hubiese gustado de los estupendos momentos de networking). También dar las gracias a Juanjo y Naiara por compartir con nosotros su experiencia y abrirnos las puertas de nuevos aprendizajes, y a Pablo Ortuño, quien nos acompañó en Elche para retratar e inmortalizar en unas extraordinarias fotografías nuestras sesiones de trabajo (fotografías muy bien aprovechadas, por cierto, por el maestro Antonio José Masiá, siempre inquieto para sacar la creatividad que lleva dentro como podéis observar en los geniales collages con los que nos ha obsequiado a todos los miembros de la red). Gracias a todos los miembros de OPTIMA LAB: Antonio José, Cruz, Jero, Jesús, Quique, Paz y, por supuesto, a José Miguel por embarcarnos en este viaje. Y por último lo más importante, si me lo permite el resto, agradecer la paciencia y comprensión de mi familia en un año que está siendo particularmente intenso y cargado de emociones.
Gracias a todos por hacer posible estas magnificas jornadas y vayamos preparando las siguientes, porque mejorar la efectividad es clave para las personas y organizaciones en el siglo XXI.